Aquella tarde papá, regresó a la tumba entristecido. Después de un llanto contenido debido al tema que conversó con su cuñado no pudo realizar su trayecto favorito, el paseo que le conducía al río. Su pensamiento estaba en aquellos años vividos. Su felicidad se había truncado y ya nada era igual.
Aún estaba impactado y eso hacía que sus pies le llevaran al único lugar donde disponía de un rato de paz. Pero todo se había alterado, la herencia provoco en sus ojos lágrimas y su mirada se perdió en el espacio, como si con ello buscara la luz que apago su lámpara.
Miren E. PalaciosBilbao, 18 de Marzo de 2012
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