viernes, 12 de octubre de 2012

”Cambio, contraste y vida”

No sabe como sucedió, ni cuando fue ese momento en el que casi ya no hablaba. Iban pasando los días y Carlos como anonadado, fuera del mundo real, iba viendo pasar la vida.  
Antaño, su valentía había sorprendido a cercanos y extraños, era el mejor en todas las competiciones, pero un revés le hizo ver el otro lado de la moneda, una cara gris donde el reflejo no le agradaba. 
Hasta que se decidió entre varios de sus allegados, colgar la foto donde era el mejor, el campeón. Para ello se localizó el lugar más idóneo, la pared que le quedaba de frente.  Allí fijaba cada vez más sus ojos. 
Fueron pasando los meses y llegó el día donde ya finalizado el invierno, y casi por sorpresa miró su álbum y al levantar su mirada no vio sus logros, aquella carrera en la que ganó una medalla diferente, faltaba esa foto. Esa foto que iba a cambiar su tristeza, y diera un giro a su vida. 
Al final, pudo captarla junto a la ventana, la observo y se le iluminó su sonrisa. 
Paradojas que suceden, algunos lloran en la soledad de las tinieblas donde las nubes se encuentran y los cielos se oscurecen; son esos  diminutos rayos que alumbra la luna, los que nos indican el inicio de esa travesía que es la noche.  
En ese mundo paralelo, al amanecer para Carlos comenzaba cada día la vida y con ella el bullicio de esos pequeños que ríen las gracias en ese patio de colegio, cercano a su domicilio.   
Ellos y su ruido le hacían compañía, porque demostraban ser unos artistas, en las horas de recreo siempre creaban su pequeño reino.  Era tal el disfrute, que no se percataban de la campana que les avisaba de su vuelta a las aulas, ni tampoco de esa mirada de la ventana contigua,  donde siempre eran los mismos ojos los que les observaban.  
Ese contraste hacía que cada día fuera diferente.

Miren E. Palacios 
Guardamar del Segura, 12 de Septiembre de 2012




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