Y restos de lágrimas en las mejillas, eso es lo que nos mostró Maite, después del funeral de su padre.
No hacía falta tanto, para que su fuelle se desbordara. Con tan solo pelar las cebollas le entraba la llorera, no había guiso que se le resistiera sin ese acompañamiento.
Miren E. Palacios
Bilbao, 9 de Marzo de 2013
Imagen de google.
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