Estaba viviendo una jornada llena de emociones, su perro ya podía salir a la calle y a él le habían ascendido. El brillo de sus ojos reflejaba la felicidad del momento. Hasta sus pies se movían acompasados al son de una suave música, pero, él era un hombre de “peros”; su pensamiento estaba invadido por una flecha que impedía el sosiego.
Miren E. Palacios
Bilbao, 2 de Enero del 2014
#relato
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