Por fin quietas. Aquellas manos habían dejado de moverse, su temblor no le permitía dejar hacer cuanto para esa bella y madura mujer había supuesto su vida.La pintura era su mundo y con los pinceles viajaba hasta el infinito puesto que se trasladaba a través de los cuadros a lugares insospechados; los trazos eran las rutas y los colores los vehículos que la trasportaban allí donde su imaginación la llevara. Ese día termino su obra y también su periplo.
Miren E. Palacios
Bilbao, 22 de Noviembre del 2011

Precioso fragmento, con mucho sentimiento.
ResponderEliminarUn beso ;)
Gracias Talisman, me alegro que sea de tu agrado.
ResponderEliminarUn beso.