Sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se las presentaban, en este caso los negociadores, tomaban nota de lo que suponía ese conocimiento. Sin casi saberlo, estaban expuestas a una relación desde una edad temprana.
Cómo si de un ritual se tratará, iban haciendo planes y orientando su futuro por un andar diferente, y lleno de sorpresas. Los juegos no eran con muñecas ni balones, los libros no contenían materias ni disciplinas.
Cada paso y movimiento estaba revisado para culminar el plan, una boda con arreglo a intereses partidistas.
Miren E. Palacios
Bilbao, 1 de marzo de 2013
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