Esa noche la tropa cenó compota, tampoco era de extrañar, que después de un largo día de maniobras quisieran reposar de forma más serena.
Ese grupo de chavales eran muy guerreros y cualquier cosa que se les diera, les hacia estar más sosegados. No era la primera vez que subían al monte, para gritar alto y fuerte que eran los mejores. Una vez más gastaron todas sus energías.
Miren E. Palacios
Bilbao, 5 de mayo de 2013
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