Viernes Santo, es el día por excelencia de las procesiones, dándose cita todos los pasos que han ido saliendo durante el resto de los días anteriores. Previo a esta cita se vive: el prendimiento, lavatorio de Pilatos, la escenificación de los encuentros de Jesús de la Caída, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores. Y un sin fin de actos en las iglesias y fuera de ellas, según los pasos y las modalidades que consideren. En cada ciudad y pueblo intentan hacer y dar lo mejor de ellos mismos.
Independientemente de la fe, las creencias, el turismo que provoca, el recogimiento, etcétera…, la puesta en escena ha sido excelente donde he podido asistir y vivir estos días. Las bandas de música con sus notas y las miradas de los presentes, demostraron que el esfuerzo de los costaleros, durante todo el recorrido y sobre todo en las levantadas, y acompañantes, tuvo su recompensa. Sin olvidarnos de los caramelos que hicieron las delicias de lo más pequeños y no tan pequeños.
Al finalizar estos días de recogiendo, reflexión y descanso, un nuevo día nos indica con su luz que puede ofrecernos actividades variadas a nuestros gustos e interesantes para poder realizar.
Un paseo matinal abre los ojos y mejora el ritmo de la vida.
Vivir el aquí y el ahora ayuda a disfrutar.
Comentaros que se respeta lo que cada piense y haga, este espacio es común y por tanto tiene cabida lo de todos y todas.
Un abrazo, amigos y amigas.
Un paseo matinal abre los ojos y mejora el ritmo de la vida.
Vivir el aquí y el ahora ayuda a disfrutar.
Comentaros que se respeta lo que cada piense y haga, este espacio es común y por tanto tiene cabida lo de todos y todas.
Un abrazo, amigos y amigas.
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