
La distancia no era muy grande pero su precaria visión le impedía distinguir mi silueta, no obstante, sabía que estaba cerca.
El otro día lo volví hacer pero ya no me miraba, ni me oía, ahora oía las mismas palabras que en un tiempo pasado salieron de mi boca.
Miren E. Palacios
Bilbao a, 26 de Octubre del 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario